Importancia del abrazo

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La ciencia asegura que la importancia del contacto físico no disminuye cuando crecemos.

Por Cristián Jara

A medida que vamos creciendo, los seres humanos nos vamos olvidando del contacto físico: los abrazos, besos o los simples golpeteos en la espalda -a mayor edad- son cada vez más escasos.

Todo por la percepción universal de que las caricias son más necesarias los primeros años de vida, algo que acaba de desmentir la ciencia, que asegura que la importancia del contacto físico no disminuye cuando crecemos.

De un articulo publicado por la revista Muy Interesante, se desprende que un pequeño roce puede producir cambios inmediatos en el comportamiento humano.

La incidencia del contacto físico en la motivación y formación se demuestra por ejemplo, en que los estudiantes que reciben algún tipo de estimulo físico por parte de un profesor se muestran más dispuestos y participativos en clase.

Algún tipo roce amable en la consulta del médico hace que los pacientes tengan la impresión de que la visita fue más amena y fructífera.

Si antes de realizar alguna presentación en público nuestra madre nos da un fuerte abrazo, los niveles de cortisol -la hormona del estrés- caen; explicación que apunta al principal elemento de importancia de las demostraciones físicas de afecto.

Un estudio de la Universidad de Berkeley en EE.UU. revela que en el ámbito deportivo, los equipos con mejores resultados son aquellos en que los jugadores no escatiman en abrazos y muestras de afecto físico.

Los investigadores sugieren que este fenómeno se debería a que el contacto físico libera oxitocina, que aumenta la sensación de seguridad y confianza.

Un abrazo o una simple palmada en la espalda continúa siendo uno de los principales motivadores para el ser humano.

Ejercicio físico, el gran aliado contra el cáncer

Un estudio afirma que con solo 150 minutos de actividad física a la semana los pacientes oncológicos pueden lograr grandes beneficios

Cómo convencer a los pacientes con cáncer de que el ejercicio puede ayudarles a reducir la fatiga que sienten, si están cansados incluso para realizar las acciones de la vida diaria? Muchos estudios anteriores se han corroborado y se confirma que la práctica de ejercicio físico, más allá de prevenir la enfermedad, aporta beneficios a quienes ya la padecen. El deporte se convierte en un aliado para afrontar mejor el camino que hay que recorrer para superar un cáncer.
Autor: Por NÚRIA LLAVINA RUBIO
Sumar el ejercicio a la quimioterapia y a la radioterapia. Es un nuevo enfoque frente al cáncer, que cada vez gana más adeptos entre los profesionales sanitarios. También es una opción terapéutica para quienes han superado la enfermedad, porque podría reducir a la mitad las probabilidades de recurrencia. Según un informe de la institución británica MacMillan Cancer Suport (bajo el título de «A moverse más»), basta
con tan solo 150 minutos semanales para obtener beneficios.

Para llegar a estas conclusiones, se han revisado más de 60 estudios, se ha encuestado a 400 profesionales y se han analizado los resultados de un proyecto piloto en el que la práctica de deporte formó parte del tratamiento para el cáncer. Los resultados confirman que el ejercicio podría ser la «mejor medicina» para tratar la enfermedad, ya que el porcentaje de los beneficios son altos: en el tumor de mama, las probabilidades de morir por la enfermedad se reducen un 40%; en el de vejiga, un 50%; y en el carcinoma de próstata, un 30%.

También en las jornadas «Deporte y enfermedades oncológicas, una alianza en beneficio del paciente», organizadas en Madrid por la Escuela de Estudios Universitarios Real Madrid-Universidad Europea, los expertos españoles recalcaron la importancia de la actividad física frente al cáncer como método para mejorar de manera sustancial la calidad de vida.

Beneficios del entrenamiento

Quince minutos diarios de actividad física reducen el riesgo de muerte un 14% por cualquier causa y aumentan la expectativa de vida en tres años La disminución en la capacidad funcional que experimentan cerca de un tercio de los pacientes oncológicos puede atribuirse a las condiciones hipocinéticas (falta de movimiento) por una inactividad física prolongada. Esta situación puede reducir la energía habitual para realizar tareas cotidianas o provocar un desequilibrio hormonal y desencadenar en un mal funcionamiento de varios sistemas en el organismo. Con todo, aumenta más la sensación de fatiga. Varios estudios realizados con anterioridad ya habían sugerido el propio entrenamiento para tratar esta
pérdida energética.

Los beneficios para el enfermo oncológico son cuatro: mejora las defensas del organismo, contribuye a la recuperación y evita complicaciones clínicas colaterales; mejora la motivación personal y la autoestima; incrementa las relaciones sociales y la empatía; y aumenta el bienestar del afectado. Además, cuando se lleva a cabo junto con quimioterapia o radioterapia (tratamientos invasivos), puede reducir algunos de los efectos
secundarios, como fatiga, depresión, osteoporosis o enfermedad cardíaca.
También se ha sugerido que disminuiría los coágulos sanguíneos y la pérdida de masa muscular propia de la inactividad física. En resumen, con el ejercicio se pueden afrontar las alteraciones (físicas y psíquicas) asociadas a la enfermedad y a su tratamiento, y alcanzar un estado emocional positivo.

Recomendaciones de los expertos

La Asociación Española Contra el Cáncer (AECC) lanza una serie de consejos antes de incorporar la actividad física en el plan de tratamiento del cáncer. En primer lugar, se recomienda hablar con el oncólogo sobre la posibilidad de realizarla y, sobre todo, seguir sus consejos.
Es necesario que el paciente recapacite acerca de qué tipo de entrenamiento le apetece hacer. Si es posible, es mejor acudir a un gimnasio y pedir a un amigo o familiar que sea el acompañante habitual (el apoyo social es importante y puede ayudar a cumplir con el objetivo).

También debe planificar su tiempo y fijar una hora para practicar la actividad elegida. En los días de tratamiento y los posteriores, o en caso de agotamiento, debe reducir tanto la intensidad como el tiempo (a 5 o 10 minutos al día). El ejercicio ayuda a minimizar los síntomas.
El objetivo no debe ser acabar agotado, sino lograr los beneficios de una vida activa. Según la AECC, basta con 30 minutos diarios.

Siempre con precaución

Los investigadores que han redactado el informe británico abogan por incluir el ejercicio en el plan de tratamiento de cualquier cáncer. Si bien es evidente que el ritmo y frecuencia debe ser reducido, recomiendan aumentar de forma progresiva los niveles, hasta cumplir las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS) relacionadas con el deporte en personas sanas. El entrenamiento y su intensidad deben determinarse según el estado de salud del enfermo, del tipo de cáncer que padece, el tratamiento y la edad. Para ser efectiva y segura, la actividad
física debe tener en cuenta cinco criterios básicos: estado del individuo, tipo de ejercicio, intensidad, frecuencia y duración.

¿A qué se refieren los expertos cuando indican que es importante determinar el tipo de ejercicio según el tipo de cáncer? Un ejemplo: ante una neoplasia ósea o con riesgo de osteoporosis, se evitarán aquellos que supongan contacto o con demasiado impacto; y ante un importante descenso de glóbulos rojos (hematíes), hay que obviar los de mucha intensidad.

QUINCE MINUTOS AL DÍA

Quince minutos diarios de actividad física disminuyen el riesgo de muerte un 14% por cualquier causa, reducen un 10% las probabilidades de morir a causa de cáncer y aumentan la expectativa de vida en tres años. Así concluye un estudio llevado a cabo por científicos en Taiwán, entre más de 400.000 personas, y publicado en la revista «The Lancet».
Otra investigación reciente publicada en la revista «British Journal of Sports Medicine» extrae resultados parecidos, pero desde otra vertiente:
ver la televisión una media de seis horas al día puede reducir la esperanza de vida hasta cinco años. En el estudio se ha relacionado el  sedentarismo con un alto riesgo de parada cardiaca o derrame cerebral.

Extraído de Erosky Consumer http://www.consumer.es/web/es/salud/atencion_sanitaria/2011/09/05/203013.php